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Ruta Día 1

La  jornada es para una buena parte de los caminantes la primera, ya que Sarria se encuentra muy cerca de los míticos y últimos 100 kilómetros, la distancia mínima que hay que recorrer a pie para ganar la Compostela. La etapa no defrauda en absoluto ni al primerizo ni al curtido peregrino. Ofrece incontables aldeas de los Concellos de Sarria, Paradela y Portomarín, buenos ejemplos del románico, pistas vecinales asfaltadas, sendas y corredores rurales, puentes medievales y pasarelas rústicas y hasta una moderna área de descanso repleta de máquinas de vending.

 

El itinerario

Para un buen porcentaje de caminantes, la rúa Maior de Sarria es el kilómetro 0 de su peregrinación a Compostela. A primeras horas del día y, sobre todo, en los meses estivales, la calle daría para realizar una estadística más que fiable sobre las edades, razas, nacionalidades, vestimenta y equipo de los viajeros. El tramo inicial de 2,9 kilómetros entre Sarria y As Paredes ofrece un excelente comienzo de etapa. Tras la Rúa Maior, pasando junto al edificio de la Prisión Preventiva, llegamos al mirador sobre Sarria, adornado con un crucero. Unos trescientos metros después del mirador, el Camino se junta con el Convento de la Magdalena, principalmente de fábrica gótica y renacentista y regentado por los Padres Mercedarios. La etapa desciende junto al muro del cementerio hasta el río Pequeño, afluente del Sarria. El medieval Ponte Áspera permite cruzarlo (Km 1,2). Junto a pequeños prados y huertas particulares pasamos bajo un viaducto para cruzar las vías. Tras ellas salvamos un arroyo gracias a una pasarela de madera (2,2). El curso de agua da paso a un duro repecho por camino – envuelto por soberbios castaños- que sube hasta el lugar de As Paredes (Mojón 109), donde se asienta un castro prerromano del mismo nombre. La aldea aparece después y, se supone, son unas casas a la vera del Camino (Km 2,9). Desde aquí, por pista vecinal, nos acercamos hasta Vilei donde nos recibe una escultura en recuerdo a Don Germán Arias. De inmediato, a mano izquierda, vemos el área de descanso Km 108 de Vilei, repleta de todo tipo de máquinas de vending: café, refrescos, snacks, pilas? y un sello para adornar aún más la credencial.

De nuevo por pista asfaltada progresamos hasta la parroquia de Barbadelo, un panel informativo hace recaer nuestra atención en la románica iglesia de Santiago, a varios metros del Camino. Rodeada por el camposanto, merecen su atención las portadas y los capiteles. Dejamos el albergue de peregrinos de Barbadelo a mano derecha (Km 4,5) y continuamos otra vez por pista vecinal asfaltada hasta las aldeas de Rente (Km 5,3) y Mercado da Serra (Km 6), con taberna y situada en el cruce de la LU-5709. Al cruzar no se continúa por la carretera sino que se toma un corredor arbolado que surge de frente (Km 6). A los cinco minutos pasamos junto a una fuente decorada con Pelegrín, la mascota del Xacobeo 93 (Km 6,6). Setecientos metros más adelante llegamos junto a las puertas del Molino de Marzán (Km 7,3), del año 1920, para torcer noventa grados a la derecha y agradecer un paso construido por losas de piedra que evita que metamos el pie en la balsa de agua. Pronto cruzamos la LU-633 para pasar Leiman (Km 8,2), con mesón junto al Camino, y después Peruscallo, con presencia de algunos hórreos y donde comprar frambuesas o bordones (Km 9,2 y Mojón 103). Decimos, de momento, adiós al asfalto para avanzar por camino bajo castaños y carballos hacia Cortiñas (Km 10 y Mojón 102) y Lavandeira (Mojón 101,5). Entre bajos muros de piedra y castaños alcanzamos Brea (Km 11,5 y Mojón 100,5) para llegar, primero al falso mojón de los 100 y unos metros más adelante al verdadero, coronada de piedras y bañado en graffiti. Bastaría comenzar a pie en este punto para obtener la Compostela pero la peregrinación es mucho más que un certificado firmado. Unos metros más adelante se encuentra Morgade (Km 12), con bar y albergue al pie de la pista asfaltada.

Cerca de la salida, un cartel nos da la bienvenida al Concello de Paradela, que toma el relevo del de Sarria. Alcanzamos Ferreiros, primera parroquia de Paradela, en cuesta, (Km 13,1 y Mojón 98,5) y bajamos por pista asfaltada hasta el inmediato Mirallos (Km 13,6 y Mojón 98). A mano izquierda hay un restaurante que regenta Natalia y que tiene 25 camas para los peregrinos. El precio es donativo y en el bar dan desayunos, menús, bocadillos, etc. Acto seguido se encuentra la iglesia románica de Santa María, que se bajó piedra a piedra desde Ferreiros en 1790. El Camino se dirige por asfalto desde Mirallos a A Pena y posteriormente a Couto (Km 14,7) y Roza. (Km 15 y Mojón 97). No será extraño toparse con alguna familia guiando el ganado de un lugar a otro. Dejando atrás el lugar de Rozas sobreviene el mojón 96,5. Supone también dejar, al menos durante un tramo, la pista asfaltada para tomar una senda en ligera cuesta al abrigo de los robles y pinos. En el primer cruce que se presenta seguimos por la izquierda. El mojón 95,5 anuncia la cercanía de Moimentos, aldea a la que llegamos, tras dejar antes a mano izquierda una cruz de madera enrollada con alambre de espino y cruzar la carretera LU-4203 (Km 16,4). En unos minutos pasamos Mercadoiro (Km 16,8), con bar y albergue y el itinerario visita Moutrás (Km 17,1), y tras una cuesta y pistas asfaltadas descendemos hasta Parrocha (Km 18,7) y Vilachá, última aldea del Camino perteneciente a Paradela (Km 20). Un brusco descenso nos acerca hasta el río Miño, embalsado por Belesar (Mojón 90). El puente, de más de 350 metros de longitud, nos acerca hasta el Portomarín de fachadas blancas y tejados grises. La entrada al pueblo se hace por uno de los arcos del viejo puente romano – medieval, reconstruido para asentar una escalinata y colocar una pequeña capilla. Subimos por ella y pasando el Centro Virtual de Información al Peregrino nos dirigimos hasta el centro del pueblo. En el albergue público, aunque la distancia recorrida hoy pueda parecer infinitamente mayor, solventamos los 22,4 kilómetros de la etapa.

Las dificultades

La etapa, aparentemente, no entraña dificultad alguna. Kilometraje asequible y paisajes reconfortantes. Sin embargo, unos primeros 13 kilómetros hasta Ferreiros donde abundan más los falsos llanos y las subidas que las bajadas, la imposibilidad de mantener un ritmo constante debido a la orografía ondulada y el cambio frecuente de piso convierten esta jornada en algo más que un mero paseo rural.

En Mercado da Serra hay que prestar atención a la señalización. El Camino no continúa por la carretera donde se encuentra la taberna sino que sigue por un corredor arbolado que surge de frente en el cruce.

 

Observaciones

Los mojones de distancia preceden siempre al lugar, aldea, parroquia o concello que anuncian.

La gran cantidad de lugares que hay en la etapa, algunos habitados por una sola persona, llevan a perder la ubicación exacta en más de un momento.

 

Qué ver, qué hacer.

 

BARBADELO

Santiago de Barbadelo es una parroquia del Concello de Sarria situada entre frondosos bosques. La iglesia de Santiago de Barbadelo es un bello ejemplo de estilo románico gallego. Tiene una torre de planta cuadrada y una portada llena de símbolos e iconografía medieval. De este delicado pórtico destaca la figura humana con los brazos en cruz del tímpano y el juego de pájaros, animales y hombres de los capiteles del doble par de columnas. El caserío adjunto recibe el nombre de Mosteiro -contracción de monasterio- en alusión a una antigua institución anexionada a Samos.

 

FERREIROS

La parroquia de Ferreiros, ya del Concello de Paradela, es una humilde localidad donde los herreros claveteaban el calzado de los peregrinos y herraban sus cabalgaduras. La iglesia de Santa María de Ferreiros, que se bajó hacia 1790 piedra a piedra hasta la inmediata Mirallos, es un templo modesto pero con una interesante portada románica, que descansa sobre dos mochetes con cabeza de León. Además ofrece una espadaña barroca en la parte superior de su fachada.

 

PORTOMARÍN

Portomarín, capital del Concello del mismo nombre, se encuentra sobre la margen derecha del río Miño. Se accede a la población por la escalinata asentada sobre los arcos del viejo puente medieval, donde también se colocó la capilla de la Virgen de las Nieves. La ciudad antigua, formada por dos barrios, San Nicolás y San Pedro, está sumergida en el embalse de Belesar. El pueblo se reconstruyó de nuevo en 1960 en una ladera segura. Portomarín fue un importante lugar de paso en la Edad Media con un gran puente y con hospital; todo quedó bajo las aguas del Miño. La grandiosa iglesia-fortaleza de San Nicolás, erigida por los monjes-caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén en el siglo XII, se desmontó piedra a piedra para ser reedificada en la plaza del nuevo asentamiento. Por su monumentalidad, riqueza de elementos y suntuosidad escultórica, constituye uno de los ejemplos más interesantes del románico lucense. La fachada románica de la iglesia de San Pedro, que también se trasladó a un extremo del pueblo (junto al Pazo de Berbetoros del XVII) es de bella factura. El pazo del Conde da Maza, del XVI y el pazo dos Pimentales también se subieron a la ubicación actual. Portomarín, además de bastantes albergues, ofrece todos los servicios. No hay que dejar el pueblo sin probar la tarta de almendras similar a la de Santiago.

 

El monumento – San Nicolás de Portomarín

Templo fortaleza construido en el siglo XIII que perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén y fue reedificado piedra por piedra en el lugar actual debido a la construcción del embalse de Belesard.

Consta de una nave con cinco tramos cubiertos de bóveda de crucería y de cañón apuntado. Las torres presentan remate Almenado.

 

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